El aire se está haciendo irrespirable: desde lo alto del poder, con inusitada frecuencia se vienen expulsando flatos verbales, expresiones vacuas que además de hacer ruido tienen el efecto de contaminar más nuestro hábitat nacional…Se va sintiendo el cambio, el cambio climático. Esto no huele bien.
El presidente (que funge como economista, historiador, geopolítico, poeta y profeta) cada vez con más frecuencia, desde cualquier tarima o balcón, en las redes sociales, o en horarios privilegiados de la televisión, en medio de alucinantes piezas oratorias reparte (o dispara) frases cada vez más descompuestas y agresivas en contra de diferentes blancos.
Y se va evidenciando, se va haciendo claro, que no son asuntos meramente propios de su temperamento belicoso sino que se derivan también del elevado concepto que él tiene de sí mismo…,y del papel que está llamado a jugar en la historia. En general sus intervenciones se orientan a posicionarse como el poderoso padre eterno de la izquierda colombiana y, más importante aún, como el fundador y hombre insignia del Ultra Progresismo mundial (ver nota al final del artículo). Que quiera ocupar un lugar en la historia es absolutamente legítimo… Pero, pensándolo bien, para estar a la altura de un Martin Luther King, o un Nelson Mandela, hay que tener una catadura moral distinta: ellos por ejemplo, para solo decir eso, jamás admitirían pillos en su entorno.
Aquellos líderes dedicaron sus vidas a la causa de los socialmente excluidos: la lucha pacífica de King fue por el reconocimiento de los derechos civiles de los negros en Estados Unidos y la lucha pacífica de Mandela por la eliminación del apartheid en Sudafrica. Ambos líderes se ganaron un lugar en la historia. Vale la pena destacar que Mandela estuvo 27 años en la cárcel; una vez liberado, por la presión interna e internacional, llamó a la reconciliación nacional e invitó a todos los sudafricanos no a destruir lo que ya estaba sino a construir sobre lo que ya el país había logrado. Fue el primer presidente negro en Sudáfrica
Llamaba a la reconciliación nacional precisamente quien había sido condenado a prisión perpetua por un régimen blanco que no solo discriminaba legal y socialmente a los negros, sino que en la práctica negaba su condición humana. Llamó a la reconciliación no a la venganza. Esa era la estatura moral de Nelson Mandela.
¿Hay algo medianamente parecido en Colombia? No, aquí vamos en otra dirección: asistimos asqueados a la promoción cotidiana del odio. La política del presidente Petro no parece ser otra que dividir, dividir, y dividir: promover por todos los medios -nunca mejor dicho- el enfrentamiento entre los colombianos.
La esencia de esa estrategia consiste en fijar en el imaginario popular, que en Colombia existen dos tipos de seres humanos: los naturalmente buenos y los malos por naturaleza (llamados escuálidos en nuestro país vecino; en Cuba les llamaban gusanos). Una vez fijada en la mente de algunos buenos la idea de su superioridad moral, lo que sigue es hacer uso de todos los recursos de la propaganda -además de los recursos del estado-, para organizar y movilizar a sus congéneres: los buenos quieren hacerse dueños absolutos del caos. A eso le apuntan.
Presidente, no sería mejor repensar las cosas ?
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Ejemplo de “progresismo extremo” es la política en relación con los combustibles fósiles. Veamos: la producción diaria de petróleo en el mundo en 2023 fue de aproximadamente 100 millones de barriles. Colombia en ese mismo año produjo 762,000 barriles, es decir, tuvo una participación del 0.0076 del total. Aunque a Petro le diera por cerrar todos los pozos del país el efecto final sobre las emisiones de CO2 en el mundo sería casi nulo…, o nulo porque los países importadores simplemente se abastecerían en otro lado. (1)
Mientras en Colombia el petróleo significa entre el 30% y el 40% del ingreso de divisas por exportaciones (todo depende del precio internacional), en Brasil es entre el 10% y el 15%. Sin embargo el presidente Ignacio Lula da Silva, un hombre de izquierda con polo a tierra, no solo no paró la firma de nuevos contratos de exploración sino que la está intensificando en áreas estratégicas como los yacimientos de pre-sal (reservas submarinas).
(1). Fuente: Campetrol y ChatGPTS